lunes, 12 de noviembre de 2012

¿Extrañándole?

Éste fin de semana me agarró un momento de debilidad emocional. Hace algunos meses comencé a salir con un chico que, después de tantos años sin que pasara eso en mí, logró que me enamorara, tal vez más de lo que fue prudente. Nuestra relación fue corta, pero creo que el tiempo no es un parámetro efectivo para medir la intensidad de un sentimiento, sobre todo cuando no te creías capaz de enamorarte nuevamente, y después de tanto tiempo.

La última vez que lo vi fue 2 meses atrás, y un mes después le escribí una carta de despedida, que él respondió, y que suponía ser un adios definitivo, la clausura de un capítulo del pasado. Todo parecía marchar normal en mi corazón, así que hace cosa de 3 semanas comencé a salir con alguien nuevo. Lo sé, puede resultar demasiado pronto, pero fue algo que simplemente se dio, y sinceramente creí que lo pasado había quedado atrás. Sin embargo, la semana pasada recibí un mensaje del otro chico. Sólo quería saludarme y saber cómo me iba. No supe si contestar o no, pero al final respondí simpático y casual. 10 mensajes intercambiados y un adios, eso fue lo que me regaló para el sábado 3 de noviembre, un día después de cumplir meses de cortar, y un día después de eliminar todos sus mensajes del celular, porque ya no había historia con él. 

La verdad me movió un poco el tapete, a pesar de que yo estuve convencido de que fue la mejor decisión, y a pesar de saber que se había comportado como un perfecto patán e idiota. El punto es que ahora entré en la confusión de si estoy haciendo o no lo correcto al salir con alguien nuevo. El chico nuevo, Andrés, merece la pena, de verdad. Es lindo, divertido, me paso las horas platicando con él y, no sobra decir, hay química. Por supuesto, también tiene sus defectos, es demasiado entusiasta en relación a nosotros y siento que va demasiado rápido (lo cual me llega a asustar de vez en vez), y sus faltas de ortografía me hacen dar más de una exclamación silenciosa cada 15 minutos. 

Pero algo tiene que me gusta. Realmente quiero poder llegar a enamorarme de la misma manera que lo hice con Edgar, pues él ha demostrado que, para variar, lo merece, pero aunque es demasiado pronto para poder definir qué pasará con él, sé que de ninguna manera funcionará si sigo teniendo reminiscencias de cariño hacia el chico anterior. No me gusta lastimar a las personas, pues me han lastimado a mí y jamás me gustaría ser yo la causa del sufrimiento ajeno. 

En los próximos días hablaré con él y, omitiendo en gran medida el discurso anterior, le comentaré cómo me siento, y que intentemos llevar las cosas con más calma, para poder ofrecerle lo que él se merece.